¡Ay de mí! así grita el profeta en nombre de la congregación, porque soy como cuando han recogido los frutos del verano, como cuando quedan unos pocos tallos solitarios en el campo de la cosecha, como los rebuscos de la vendimia, cuando sólo quedan algunas bayas, y todo el cuadro es de absoluta desolación; no hay racimo para comer, ya que se ha quitado toda la fruta; mi alma deseaba las primeras frutas maduras, ansiando este manjar que gustaba especialmente a la gente. La oración completa también puede interpretarse como una exclamación: ¡Ni una uva para comer! ¡No un higo temprano, como mi alma deseaba! Ahora se explica la imagen.

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