Porque todos nos atemorizaron, diciendo: Sus manos se debilitarán de la obra que no se haga. Que este era el propósito era tan evidente que Nehemías estaba obligado a notarlo. Ahora, pues, oh Dios, fortalece mis manos. Esa fue la oración de Nehemías en ese momento, mostrando dónde puso su confianza en la difícil situación que enfrentaba. El mundo prueba trucos similares incluso en nuestros días, particularmente en sus esfuerzos por intimidar a los verdaderos pastores cristianos. Si falla la enemistad abierta, los adversarios recurren a amenazas veladas para obstaculizar la predicación del Evangelio.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad