Ahora pues, oh Dios, fortalece mis manos.

Las diversas formas de Dios de fortalecer las manos de su pueblo

A veces lo hace infundiéndoles una extraordinaria medida de sabiduría y conocimiento. José y Daniel parecen haberse enriquecido así, y en un momento trascendental se les confirió la facultad de interpretar los sueños para calificarlos para una obra grande y especial; Nuestro Señor prometió a sus discípulos que, en el momento crítico, aunque no antes, serían provistos de la boca de la sabiduría para responder a todos sus adversarios.

A veces, las manos de tales creyentes se ven fortalecidas por una extraña alteración en los sentimientos de enemigos poderosos hacia ellos, o por una inesperada llegada de amigos de lugares donde, quizás, esperaban menos. "Cuando los caminos del hombre agradan al Señor, aun a sus enemigos hace que estén en paz con él". Labán será arrestado en un sueño por la noche, con la severa orden: "Mira que no le hables a Jacob ni bueno ni malo"; el corazón del carcelero se ablandará, que saque a Pablo ya Silas "de su calabozo", y "les lave las llagas y les ponga carne delante"; y los fariseos, esos enemigos decididos del evangelio, movidos por su odio a los saduceos, toman el papel del predicador de la resurrección.

Dios puede aumentar nuestra fuerza al confundir y debilitar a nuestros enemigos; como actuó por David, cuando en su nombre “convirtió en necedad el consejo de Ahitofel”; cuando hirió a los habitantes de Sodoma con ceguera; cuando derramó terror sobre el ejército sirio que invadió Judea; y cuando el ejército de los madianitas huyó consternado ante las lámparas y cántaros de Gedeón, y no se desenvainó una espada.

Y ahora que no se hacen milagros, debemos reconocer en miles de casos la providencia suprema de Dios, que obra bajo el manto de causas naturales para fortalecer las manos de Su pueblo. ( JN Pearson, MA )

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