Entonces el sacerdote, continuando su conjuro, acusará a la mujer de juramento de maldición, y el sacerdote dirá a la mujer: El Señor te haga maldición y juramento entre tu pueblo, cuando el Señor haga que tu muslo se pudra, para consumir, y tu vientre para hincharse, esos órganos que son el asiento de la procreación;

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