Por tanto, los corté por los profetas, esforzándome por darles la forma correcta; Los maté con las palabras de mi boca, con las reprensiones más enfáticas; y tus juicios son como la luz que se enciende, es decir, el juicio del Señor sobre el pueblo apóstata fue tan obvio que cada uno tuvo que admitir su fuente y objeto.

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