v. 14. El descarriado de corazón, el de corazón perverso y malicioso, que se ha apartado de Dios en su corazón, se llenará de sus propios caminos, se saciará de las consecuencias de su propia perversidad, tener que sufrir los resultados ruinosos de sus actos pecaminosos; y el hombre bueno se saciará de sí mismo, literalmente, "de sí mismo", proporcionándole su buena conciencia la satisfacción de saber que su comportamiento está de acuerdo con las exigencias de la verdadera piedad.

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