Luego dijo, con la misma modestia que caracterizó su comportamiento en todo momento: Déjame hallar gracia en tus ojos, mi señor; por eso me has consolado, y por eso has hablado amistosamente, literalmente, "al corazón", a tu sierva, aunque, como ella agrega en restricción de su aparente audacia al atreverse a ponerse al mismo nivel que sus siervos, No soy como una de tus siervas, no en esa relación de servicio hacia él que ella podría haberse ganado su amable consideración.

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