Cuando sus jueces, es decir, los gobernantes y líderes de los enemigos, sean derribados en pedregales, arrojados a la destrucción total, ellos oirán mis palabras; porque son dulces. David declara que llegaría el tiempo en que el pueblo derrocaría a los gobernantes inicuos, a los líderes rebeldes, y los ejecutaría; entonces recibirían una vez más los mensajes de su verdadero rey.

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