Que sean borrados del libro de los vivos, donde la redención del Mesías habría entrado en sus nombres por la eternidad, y no se escribiría con los justos, a quienes la justicia perfecta del Salvador es imputada por la fe. Tal es el destino de aquellos que constantemente se niegan a aceptar a Jesucristo y su salvación, que rechazan el consejo de Dios que ha planeado su justicia.

No pueden culpar a nadie más que a sí mismos si no se les imputa la justicia del Salvador, si sus nombres son borrados del libro de la vida. Habiendo eliminado a sus enemigos de esta manera, el Mesías regresa a su queja y oración, pero con una tensión triunfante sobre la salvación de todos los creyentes.

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