Su nombre perdurará para siempre, existirá, se mantendrá por toda la eternidad; Su nombre continuará mientras el sol, o "antes de que el sol florezca, se propague, Su nombre". Dondequiera que se establezca la Iglesia, crecerá de generación en generación a través del poder de Su Palabra. Es por eso que el nombre del Mesías perdurará por toda la eternidad, la Iglesia militante fundiéndose en la Iglesia triunfante; mientras el sol continúe en su curso, su nombre será proclamado y dará fruto en abundancia.

Y los hombres serán bendecidos en Él, bendiciéndose a sí mismos en Él, llamándose felices, afortunados, más allá de toda descripción en la posesión de Su gracia; todas las naciones lo llamarán bienaventurado, alabando al Señor Jehová por todas sus maravillas para la salvación del mundo. En vista de estos hechos indeciblemente gloriosos que se han expuesto brevemente en su himno, el poeta inspirado cierra con una doxología:

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