Los valientes son echados a perder, obligados a entregar sus armas al Señor, desarmados y deshonrados, han dormido su sueño, han caído en el sueño de la muerte; y ninguno de los hombres de poder ha encontrado sus manos, están indefensos, no pueden usar sus manos, para agarrar sus armas con el propósito de continuar su guerra contra la Iglesia de Dios.

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