Orden de los servicios de la iglesia

1 Corintios 14:26

Nuevamente el Apóstol resume sus instrucciones en dos reglas simples: 1. Hágase todo para edificación; es decir, edificar el carácter individual y encajar a cada miembro como un ladrillo o una piedra en el tejido emergente de la Iglesia. De ahí el énfasis puesto en profetizar o hablar bajo el impulso del Espíritu de Dios. Todos los que tuvieran ese don ciertamente deberían tener la oportunidad de usarlo, porque de ese modo toda la Iglesia se beneficiaría y enriquecería.

2. Hágase todo decentemente y en orden: decentemente, para no interrumpir la dignidad y la gravedad de los servicios; en orden, no por peligro o impulso, sino por diseño y disposición.

El ideal del Apóstol es el de la majestad tranquila y sencilla que debe caracterizar todas las asambleas solemnes, a diferencia de la excitación fanática y frenética. De ahí que rechace el desuso del velo oriental (la insignia de la modestia), el hablar de las mujeres en público y la interrupción de los oradores entre sí. Que los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas es una verdad de aplicación universal. Condena todo impulso de carácter religioso que no esté bajo el control inteligente de quienes lo manifiestan.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad