el Arca Tabernáculo en la Ciudad de David

2 Samuel 6:12

Josefo nos dice que desde el momento en que el Arca descansó bajo el techo de Obed-edom, se instaló una marea de prosperidad dorada, y él pasó de la pobreza a la riqueza. Pero 1 Crónicas 26:4 arroja una nueva luz sobre el tema, pues allí aprendemos que toda la familia se apegó al servicio de la casa del Señor, y hasta los nietos se hicieron poderosos.

Si tan solo abriéramos nuestros hogares al Arca de Dios, es decir, si mantuviéramos la observancia de la religión para nuestros hijos y dependientes, para nosotros también habría una bendición similar. A uno le gusta imaginar la reverencia y la alegría con que esos niños y niñas se acuestan a dormir por la noche, sintiendo que el símbolo de la presencia de Dios estaba en la casa.

Esta vez se observó minuciosamente el ritual prescrito. La advertencia dada por la muerte de Uza había hecho que toda la nación se diera cuenta de su indiferencia y negligencia. El derrame había sido terrible, pero el efecto fue eminentemente saludable. Parecía como si las compuertas del gozo de David se hubieran abierto de par en par, y él no pudo contener su éxtasis. Luego, con un corazón desbordado, se volvió para bendecir a su pueblo. El único acontecimiento que estropeó el día fue el amargo discurso del pobre Michal. No hay alegría perfecta en este mundo; cada rosa tiene su espina.

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