Jehová inspira alabanza continua

Salmo 119:161

¡Qué noble conclusión llegamos en estas estrofas finales! Me alegro de tu palabra; tu ley amo; siete veces al día te alabo; que mis labios pronuncien alabanza; que cante mi lengua; Viva mi alma y te alabe. Hay muchas cosas hermosas en el mundo que nos rodea. Comemos, bebemos y dormimos; leemos y meditamos; caminamos por los agradables campos de la naturaleza. Tenemos nuestros hogares, nuestros seres queridos, el respeto y la buena voluntad de muchos.

Pero, sobre todo, tenemos a Dios y Su Palabra, nuestra esperanza eterna, y benditos anticipos del cielo que será. ¡Seguramente deberíamos ser menos irritables y taciturnos! Debemos regocijarnos en todo lo bueno que el Señor nuestro Dios nos da. Debemos tomar la copa rebosante de salvación y alabar Su santo Nombre. “El que tiene tantas causas de gozo debe estar muy enamorado del dolor, el que elige apartarse y sentarse sobre su pequeño puñado de espinas”. ¿Y no es esto lo más maravilloso de todo, que aunque nos descarriamos como ovejas perdidas, el Gran Pastor mismo vino a buscar y salvar? ¡Te Deum Laudamus!

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