Dos años después, en el tercer año del reinado del rey Belsasar, Daniel tuvo otra visión. Era de un carnero con dos cuernos que empujaba hacia el oeste, el norte y el sur. Mientras Daniel miraba, un macho cabrío atacó al carnero, lo venció y se engrandeció. Aparecieron cuatro cuernos, de uno de los cuales salió otro, que creció hasta derribar el santuario. Una voz de un santo preguntó cuánto tiempo continuaría esto, y la respuesta se le dio a Daniel.

De nuevo reflexionó sobre la visión, procuró comprenderla y se le dio una interpretación. El carnero de dos cuernos representaba el poder unificado de Media y Persia, el macho cabrío era el rey de Grecia. Contra él se levantaría uno feroz, que triunfaría a través de la política, pero finalmente se rompería sin mano.

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