Entonces, ¿cómo funciona la sabiduría mundana? El predicador muestra que su primera manifestación es la discreción basada en el egoísmo. Esta sección es una serie de dichos breves que son de la naturaleza de los proverbios, que establecen axiomas y prescriben hábitos. Un pecador destruye mucho bien. Las moscas muertas estropean la pomada. No manifiestes tu necedad.

No luches contra el gobernante; ríndete a él. Se admite que los gobernantes suelen ser tontos. No hagas las armas de tu propia destrucción. Si tu arma es desafilada, usa la fuerza, pero ten cuidado. No hechice a la serpiente que le ha mordido. No hables. No hagas demasiado. Sea moderado. Se diligente. Sea complaciente. Ser cauteloso. Este es un análisis muy condensado de esta sección. El predicador no tenía la menor idea de decir las cosas con tanta franqueza, pero estos son los pensamientos que subyacen al lenguaje más majestuoso del discurso.

Ciertamente son plausibles, y hay un elemento de verdad y valor en ellos; pero, en su conjunto, son cosas que aceptarán los hombres sin visión de lo espiritual. Constituyen la esencia de la sabiduría mundana. La inspiración de todos ellos es el egoísmo. Todo lo que hay de valioso en ellos podría estar inspirado de otra manera, pero aquí son el resultado de convicciones ya expresadas, de que en vista de la vanidad y la vacuidad de la vida, el único camino sabio del hombre es entrar en el momento presente en toda su plenitud y abandonar todo. intento después de una satisfacción más profunda.

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