Por orden de Jehová, el profeta planteó un acertijo. Una gran águila vino sobre el Líbano y arrancó la copa del cedro y plantó las ramitas jóvenes en una tierra de tráfico, una ciudad de comerciantes. Además, se llevó la semilla de la tierra y la plantó en un suelo fértil, donde se convirtió en una vid que se extendía. Había también otra gran águila hacia la cual la vid inclinaba sus raíces para regarla. Por este acto de traición, la vid fue denunciada por mandato de Jehová. Su juicio fue que sería arrancado de raíz y secado por el viento del este.

Luego se explicó el acertijo. La primera águila fue el rey de Babilonia, quien se llevó al rey de Jerusalén y plantó la simiente real en Babilonia. La segunda águila fue el rey de Egipto, cuya ayuda buscó Sedequías, quien, en consecuencia, fue castigado por Jehová. El acertijo terminó con la promesa de Jehová de que finalmente volvería a plantar un cedro en la altura de la montaña de Israel, como resultado de lo cual habría un reconocimiento universal de la actividad de Jehová. El párrafo cada notable establece que el gobierno de Dios se establece sobre todas las naciones y opera a través de todas sus operaciones.

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