Esta sección final debe estudiarse en relación con todo lo que la ha precedido inmediatamente, donde se había predicho la restauración espiritual y la limpieza del pueblo. De ahí resulta la imagen del orden de adoración restaurado. Es un poco difícil distinguir entre lo material y lo espiritual en la descripción de Ezequiel en esta última parte. Está claro que la nueva condición se caracterizará por tal comunión con las órdenes eternas y espirituales que quedará completamente bajo su dominio.

La descripción del profeta del nuevo templo comenzó con los atrios. En el primer párrafo hay una descripción general de los patios exteriores. Se trata, en primer lugar, del muro que rodeaba todos los edificios del templo, con la puerta al este, por la que entraría Jehová cuando regresara al templo; con las logias, y luego con el atrio exterior y los edificios conectados con él.

Aún tratando con los atrios del templo, el profeta ahora describió el interior. Las puertas de estos se correspondían con las del patio exterior, y se describen, con las logias y los arcos. Dentro de este patio interior estaban los arreglos para las ceremonias de sacrificio, las mesas y los libros. Allí también estaban las cámaras para los cantores y los sacerdotes. Se dio la medida del atrio y el hecho de que el altar estaba en él.

Finalmente, el profeta describió el pórtico de la propia casa, dando sus dimensiones, y refiriéndose a los dos pilares, que sin duda respondían a los dos nombrados Jachin y Booz en el templo de Salomón.

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