Este capítulo contiene dos mensajes distintos. En el primero, el profeta denuncia una alianza con Egipto (versículos 30: 1-26), y en el segundo predice la destrucción de Asiria (versículos 30: 27-33).

En el asunto de la alianza egipcia el profeta denuncia el tratado secreto, declara la vergüenza e inutilidad del mismo. Se le instruye a escribir lo que será un testimonio contra el pueblo. Esto lo hace describiendo primero la actitud rebelde que han adoptado, luego declarando cómo Jehová hará pedazos las cosas en las que confían y, finalmente, indicando cuál debería haber sido su verdadera actitud y declarando su negativa a adoptar. ella y su consiguiente desconcierto.

Sin embargo, la intención de Jehová es misericordiosa, y Él los espera hasta que recuperen el espíritu de buena voluntad y estén listos para barrer la idolatría. En respuesta a esto, vuelven a la prosperidad, que se describe en su relación con la nueva gloria de la tierra.

La destrucción de Asiria se anuncia mediante una descripción de la venida de Jehová en juicio. Esta será la ocasión para que Su pueblo cante un cántico de regocijo y liberación, que resultará en barrer completa e implacablemente a la nación opresora. Esta profecía de la destrucción de Asiria en este momento tenía la intención de mostrarle al pueblo de Dios lo innecesario que era para ellos acudir a Egipto en busca de ayuda.

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