El relato de este tiempo de comunión entre Jeremías y Jehová termina con la historia de cómo Jehová le dio dos señales, una para él y otra para el pueblo. Eso para él era el signo del cinto que debía usar, luego esconderse junto al Éufrates, y luego buscar para ver su inutilidad. Se le indicó claramente el significado de la señal. El cinto era el emblema de la casa de Israel y de la casa de Judá.

La segunda señal era una hablada en forma de proverbio: "Todo odre se llenará de vino". Esto debía declararlo a oídos del pueblo. Su respuesta obvia sería: “¿No sabemos que cada odre se llenará de vino?” En respuesta, se le ordenó que declarara que Dios llenaría de borrachera a los gobernantes y los arrojaría unos contra otros.

El relato se cierra con el clamor del profeta al pueblo para que escuche, el último mandamiento de Jehová, que es un llamado al rey ya la reina madre, Joacaz y Hamutal; y un anuncio del juicio venidero y su causa, la declaración de la desesperanza del caso y un pronunciamiento final de la condenación.

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