Las palabras: "Es necesario que pase por Samaria" son fascinantes. La explicación final debe encontrarse en su trato con la mujer de Samaria. En sí mismo, es una revelación radiante de Su método al llevar a esta mujer paso a paso desde un descuido casi frívolo a una confesión de discipulado.

Fue mientras trataba con ella que los discípulos, que se habían ido a buscar comida, regresaron y se asombraron de verlo hablando con una mujer. Con amor por Él, trataron de persuadirlo de que comiera. Aprovechó la oportunidad para revelarles las cosas más profundas de su corazón, diciéndoles que tenía carne para comer que ellos no conocían, que era hacer la voluntad de Dios. Había estado haciendo esa voluntad al tratar con esta mujer necesitada.

La secuela de esa conversación fue su permanencia en la ciudad samaritana durante dos días, durante los cuales trató con ellos de tal manera que hicieron la gran confesión: "Este es en verdad el Salvador del mundo".

Dejando Samaria, regresó a Galilea y llegó a Caná. Allí, a la distancia, obró un milagro al curar al niño en respuesta al llamado urgente del padre.

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