Después de la palabra introductoria, que realmente constituye la portada de la profecía, el mensaje comienza casi abruptamente con la tierna y sensible palabra de Jehová a su pueblo: "Te he amado". Ésta es la verdadera carga de la profecía; todo debe verse a la luz de ella.

Luego, el profeta, en una oración igualmente breve, indicó la actitud del pueblo hacia Jehová. "¿En qué nos has amado?" La única explicación posible de tal pregunta es que el pueblo, consciente de la diferencia entre su posición nacional y su pasada grandeza, y del aparente fracaso en el cumplimiento de las promesas proféticas, cuestionó el amor de Jehová. El profeta respondió a esta pregunta escéptica recordándoles el amor de Jehová por Jacob y su odio por Esaú; de su destrucción de Edom y su liberación de Israel.

Habiendo hecho así su declaración fundamental, el profeta procedió a pronunciar sus acusaciones formales. Estos se dividen en tres grupos, los que están en contra de los sacerdotes, los que están en contra del pueblo y los que están en contra de la nación en general.

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