A continuación, se describió en detalle la sentencia. Su primera nota fue la muerte de la alegría. Israel no pudo encontrar su gozo como otros pueblos. Ella se había prostituido de Dios, amando el alquiler en cada era. Habiendo conocido a Jehová, nada de lo que ella se volvió para apartarse de Él lo satisfizo. La segunda nota era el exilio real, al que debía pasar, de regreso a la esclavitud de Egipto y Asiria, lejos de las ofrendas y fiestas del Señor.

El tercero fue el cese de la profecía. En la estimación de la gente degradada, el profeta sería un tonto, y el hombre espiritual, loco. Por lo tanto, los medios para probarse a sí mismos se corromperían. El cuarto declaró la némesis de la fornicación. El profeta rastreó el crecimiento de esta contaminación desde sus inicios en Baal Peor, y expuso claramente el inevitable deterioro en número y fuerza de un pueblo abandonado a la impureza. La quinta y última sería la expulsión final del pueblo de Dios porque no habían escuchado sus súplicas y, como resultado, se convertirían en vagabundos entre las naciones.

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