"Porque si los muertos no resucitaron, ni Cristo resucitó, y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana, todavía estáis en vuestros pecados".

Pero declarar que los muertos no resucitaron es declarar que el Cristo muerto no puede haber resucitado. Y si eso es así, su fe es vana, sin valor y sin propósito, no tiene sentido y todavía están muertos en sus pecados. Entonces, la muerte de Cristo no puede ofrecerles nada porque su muerte no tiene sello y se ha demostrado que es falso. Se muestra que todas sus promesas y sus intuiciones han sido en vano. Todavía está frío en la tumba.

Y, sin embargo, esa es toda la singularidad del mensaje cristiano, que presenta como objetiva la resurrección corporal de Jesucristo sobre la base de sólidos testigos y la consiguiente eficacia de su mensaje. E intrínseco en eso es que la resurrección es la esperanza de todo creyente porque sus pecados han sido perdonados mediante la muerte de Cristo por ellos.

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