Pero en su lugar honrará al dios de las fortalezas, y honrará a un dios que sus padres no conocieron, con oro, plata, piedras preciosas y cosas agradables. Y se ocupará de las fortalezas más fuertes con la ayuda de un dios extranjero. Quien lo reconoce, crecerá en gloria. Y los hará gobernar a muchos, y repartirá la tierra por un precio.

En lugar de "cualquier dios", honrará al dios de las fortalezas. El poder y el poder serán su dios, porque él se ve a sí mismo como un dios y quiere que todos los hombres lo miren, y busca que todas las cosas preciosas puedan serle ofrecidas, y las acumula para él. Él es el dios que sus padres no conocieron, el dios que es "extranjero", aquel de quien no se ha conocido nada semejante, es único en comparación con todos los dioses que lo precedieron.

Y para disfrutar de esa fuerza y ​​poder, recompensará a quienes lo ayuden y aumentará el estatus de todos los que reconocen su divinidad. Se les dará autoridad, posición, territorio y estatus. Todo esto representa al gran Anti-Dios.

(Estas descripciones van mucho más allá de lo que Antíoco dijo o soñó para sí mismo. Sus pensamientos estaban muy arraigados en los dioses que conocía, sobre quienes se veía reinando como Zeus).

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