"Por tanto, el Señor Dios lo expulsó de la llanura del Edén para que sirviera en la tierra de la que fue tomado".

El hombre no solo pierde el árbol de la vida, sino todos los árboles de la llanura del Edén. Lo envían a un lugar donde debe comer "hierbas del campo", escarbando entre las malas hierbas para obtener su alimento y rascando la superficie del suelo con la esperanza de que aumente su producción. Dios lo había elevado por encima de él, pero ahora vuelve a él, un recordatorio de su nueva situación.

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