"La carga que vio el profeta Habacuc".

Esta descripción de una profecía como una 'carga' ocurre con regularidad. En primer lugar, esto se debió a que abrumaba el alma del profeta. No podía dejar de hablar porque el mensaje recaía sobre él. Y, en segundo lugar, fue una carga porque le resultó muy difícil cumplir. Rara vez era un mensaje feliz, aunque por lo general contenía consuelo para el futuro del pueblo de Dios. Y, sin embargo, tuvo que entregarlo porque Dios le había dicho que lo hiciera, podemos asumir frente a una feroz oposición. Ser un verdadero profeta no fue una tarea fácil.

Esta designación como "el profeta" como designación inicial se encuentra en otros dos libros proféticos, Hageo y Zacarías. Probablemente esto se deba a que eran profetas oficiales, pertenecientes a la orden reconocida de profetas y conectados con el santuario central (ver Zacarías 11:12 donde a Zacarías se le debe su salario).

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