"Entonces el capitán fue con los alguaciles y los trajo, pero sin violencia, porque temían al pueblo, no fuera que fueran apedreados".

El capitán del Templo reconoció claramente el delicado trabajo que iba a tener el grupo de arresto, y él mismo se adhirió al grupo de arresto, porque se dio cuenta de que la multitud no estaría muy contenta y no quería un motín en el Templo. Todavía se estaban realizando obras de construcción en el templo y había muchas piedras sueltas alrededor que podían ser recogidas por una multitud enojada. Por lo tanto, parecería que en lugar de arrestar a los Apóstoles, negoció con ellos, llegando a un acuerdo de que lo acompañarían a él y a su grupo hasta donde estaba sentado el Sanedrín. De esta manera evitó la violencia que podría haber causado un arresto.

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