'Y cada uno se fue a su casa, pero Jesús fue al Monte de los Olivos'.

Este cierre propuesto del apartado anterior refleja claramente el contraste entre Aquel que se aparta a rezar y los que no tienen tal intención, los que viven de acuerdo con el mundo. Se aclara que Él está decidido a mantenerse en estrecho contacto con Su Padre, mientras ellos siguen las ideas del mundo. Por tanto, se le ve como el espiritual. Quizás debido a esto, humanamente hablando, Él puede hacer lo que hace.

En contexto, los que van a sus propias casas son los fariseos. Poseen sus propias casas, viven en el mundo y no viven vidas de oración (lo que no quiere decir que no oren). Jesús, por otro lado, no posee nada y no tiene dónde recostar Su cabeza, y sin embargo, se ve que tiene riquezas divinas de las que ellos no saben nada.

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