Un lamento por la condición de Israel ( Zacarías 11:1 ).

Zacarías 11:1

'Abre tus puertas, oh Líbano,

Para que el fuego consuma tus cedros.

Aullido, oh abeto,

Porque el cedro ha caído,

Porque los gloriosos están estropeados.

Aullad, encinas de Basán,

Porque la espesura del bosque se ha derrumbado.

Voz del aullido de los pastores,

Porque su gloria está arruinada.

Una voz del rugido de los leoncillos.

Porque el orgullo del Jordán está estropeado.

Nuevamente, el Líbano es visto como parte de la tierra prometida. Pero cuando el profeta ve lo que está por venir, describe la catástrofe en términos de aquellas cosas que eran el orgullo de la tierra. Los cedros del Líbano y las encinas de Basán eran proverbiales por su gloria y fortaleza. Pero ahora, en lo que respecta a Israel, se queman los cedros y se talan los robles. El orgullo de Jordan contiene la misma idea, refiriéndose a los matorrales de la jungla que proporcionaron un hogar a los leones. Ellos también están malcriados. Así, incluso los leoncillos tendrán motivos de queja.

El cuadro es de invasión y destrucción de aquello de lo que la gente está más orgullosa. La infidelidad del pueblo de Dios como resultado de la enseñanza de los falsos pastores tendrá el efecto contrario a lo que Zacarías ha descrito anteriormente. Antes de la venida del rey mesiánico habrá devastación en la tierra. La historia de los judíos ilustra cómo sucedió esto una y otra vez.

Cabe señalar que, por lo general, los invasores perdonaron a los árboles. Reconocieron que lo eran para las generaciones futuras. Una tierra despojada de árboles era verdaderamente una tierra despojada.

'Voz del aullido de los pastores'. La catástrofe está directamente relacionada con las actividades de los falsos pastores. Han proclamado la falsedad y ahora verán que traerá la ruina a la tierra. Incluso los leones rugirán porque sus casas están destruidas.

Entonces, aunque el profeta se ha llenado de esperanza, ahora reconoce que la adversidad venidera precederá al cumplimiento de sus esperanzas. El futuro no es todo triunfo, debe surgir del desastre. Con qué rapidez el avivamiento de la esperanza tiene que inclinarse ante las realidades y retrasarse. Siempre será así y será hasta que Dios intervenga directamente.

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