Eclesiastés 7:14

El predicador sabio está hablando aquí del uso correcto de los fenómenos cambiantes y las condiciones de la vida del hombre en la tierra. Dios pone la prosperidad frente a la adversidad, y hace esto para que el hombre no encuentre nada después de Él; es decir, que el futuro debe permanecer oculto al hombre, de modo que en ningún momento pueda contar con él, sino que siempre debe esperar en Dios, el Supremo Dispensador de todas las cosas, y confiar únicamente en Él. El principio aquí involucrado impregna la administración Divina y recibe numerosas ejemplificaciones incluso dentro de la esfera de nuestra observación.

I. Nótese, primero, las analogías que subsisten entre el mundo natural y el espiritual como un escenario a gran escala de una cosa frente a otra. Cuánto se puede emplear el mundo natural para ilustrar el mundo interior, cuánto se puede hacer de esta manera a la naturaleza la esclava de la religión y cuánto se pueden transformar los hechos de la vida secular en lecciones de alta verdad moral y espiritual, cada atento lector de la Biblia debe haber visto.

II. Como segunda ilustración de la operación divina sugerida en el texto se pueden mencionar los antagonismos mediante los cuales se lleva a cabo la administración de los asuntos sublunares. La experiencia nos muestra ampliamente que sólo mediante el equilibrio de intereses y poderes en conflicto se puede hacer que la máquina social funcione de manera fácil y beneficiosa para todos. Es bajo la misma gran ley que Dios ha colocado la disciplina moral de nuestra raza, porque es a través del antagonismo del gozo y la tristeza, la prosperidad y la adversidad, la vida y la muerte, que la perfección del individuo y de la raza debe alcanzarse. alcanzó.

III. Un tercer ejemplo lo proporcionan las compensaciones que encontramos en el mundo que nos rodea y en el trato de Dios con nosotros.

IV. Otro conjunto de ilustraciones lo proporcionan las relaciones que Dios nos ha hecho mantener entre nosotros en la vida familiar y social. De estas relaciones, el gran principio es la reciprocidad. En todas las relaciones de la vida, Dios ha opuesto una cosa a otra; y es sólo cuando esto se reconoce, y los deberes recíprocos que de ahí surgen se cumplen fielmente, que el arreglo se convierte en una fuente de beneficio para los hombres.

W. Lindsay Alexander, Sermones, pág. 215.

Referencias: Eclesiastés 7:14 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xi., pág. 20; J. Vaughan, Fifty Sermons, octava serie, págs. 68, 74 y séptima serie, pág. 96; Preacher's Monthly, vol. ix., pág. 302; S. Cox, An Expositor's Notebook, pág. 171. Eclesiastés 7:15 . TC Finlayson, Una exposición práctica de Eclesiastés, pág. 165.

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