Efesios 1:18 ; Efesios 2:7

Resurrección y gloria de Cristo en relación con la esperanza de la Iglesia.

I.El descenso del Hijo de Dios de Su eterna majestad a las debilidades, dolores y tentaciones de esta condición mortal es una revelación tan trascendente tanto del amor de Dios como de la posible grandeza y bienaventuranza del hombre que no debemos sorprendernos de que Para muchos pensadores cristianos profundos, la Encarnación ha parecido constituir la totalidad del Evangelio cristiano, pero ni siquiera la Expiación puso fin a la sucesión de maravillas que comenzó con la Encarnación.

La Encarnación fue maravillosa; que hubiera sido posible que el Verbo Eterno, que al principio estaba con Dios, descendiera de los esplendores eternos de la supremacía divina y se hiciera hombre, es un misterio infinito. Pero que, habiéndose convertido en hombre y reteniendo Su humanidad, le hubiera sido posible volver a ascender a esas alturas de autoridad y gloria, es también un misterio infinito. Esta es la explicación del énfasis y la energía con la que Pablo habla de la grandeza del poder divino como se ilustra en la resurrección, ascensión y glorificación de Cristo.

Durante su vida terrenal no estuvo a la altura de las grandes tareas de la autoridad suprema, como tampoco lo fue durante su niñez a las tareas de su ministerio público. En Su resurrección y ascensión al cielo, vino una extensión, una expansión, una exaltación de los poderes de la naturaleza humana de Cristo, que correspondió con Su transición de la humillación a la gloria del Padre. "La obra de la fuerza del" poder "(de Dios) lo hizo capaz de un conocimiento tan inmenso, lo enriqueció con una sabiduría tan divina, lo inspiró con una fuerza tan maravillosa, que Cristo, el mismo Cristo que nació en Belén y fue crucificado en el Calvario, se convirtió en el gobernante real y efectivo del cielo y la tierra.

II. Dios nos conferirá una grandeza y una bienaventuranza correspondientes a la grandeza y bienaventuranza que Él ha conferido a Cristo. Ninguna promesa de gloria, honor e inmortalidad puede representar adecuadamente el maravilloso futuro de aquellos que habitarán para siempre con Dios; pero en el ascenso de Cristo de su humillación terrena a la soberanía suprema, en el correspondiente desarrollo de las energías intelectuales y morales de su naturaleza humana, vemos cuán inmenso es el aumento del poder y del gozo al que estamos destinados.

RW Dale, Lectures on the Efesios, pág. 144.

Referencia: Efesios 1:19 ; Efesios 1:20 . Spurgeon, Evening by Evening, pág. 254.

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