Efesios 2:8

Salvación por gracia.

I. Para Pablo, la doctrina de la justificación por la fe no era una declaración final de la verdad cristiana. No era una fórmula que pudiera usarse mecánicamente para construir esquemas de doctrina cristiana, y que le hacía innecesario recurrir a las relaciones reales entre Dios y el género humano. Cualquier relato de las relaciones entre Dios y nosotros que no incluya esta concepción no sólo es defectuoso, sino fatalmente defectuoso, es absoluta y ruinosamente erróneo; pero esta concepción no agota las relaciones divinas con el género humano.

Hay otras relaciones entre Dios y el hombre que no pueden expresarse en términos de ley, y es con estas relaciones que Pablo está tratando en esta epístola. El hecho que su relato de la justificación por la fe representaba en una forma, está aquí representado en otra. Su mente y su corazón están llenos de la gracia divina.

II. Para algunos de nosotros esa hermosa palabra ha sido manchada por manos inmundas, manchada por el contacto con formas corruptas y perniciosas de pensamiento religioso. Pero la palabra es demasiado preciosa para entregarla. Entre los griegos representaba todo lo que más gana en belleza personal, la fascinación sin nombre de una belleza que no es fría ni remota, sino irresistiblemente atractiva y encantadora. (1) La gracia trasciende el amor.

Puede que el amor no sea más que el cumplimiento de la mandíbula, pero la gracia es el amor que va más allá de todas las pretensiones de amor. (2) La gracia trasciende la misericordia. La misericordia perdona el pecado y rescata al pecador de las tinieblas y la muerte eternas; pero la gracia inunda de afecto al pecador que ha merecido la ira y el resentimiento. Si la salvación humana tiene su origen en la gracia infinita de Dios, si por esa gracia se lleva a cabo hasta su consumación eterna, entonces nuestra verdadera posición es una de inconmensurable confianza y esperanza.

Solo tenemos que recibir las infinitas bendiciones del amor Divino; tenemos que entregarnos a esa corriente de bendición eterna que tiene sus fuentes en las profundidades eternas de la naturaleza Divina; tenemos que dar paso al libre despliegue en nuestra vida y destino de la idea y el propósito Divino.

RW Dale, Lectures on the Efesios, pág. 170.

Referencias: Efesios 2:8 . Spurgeon, Sermons, vol. xviii., nº 1064; vol. xxvii., núm. 1609; W. Cunningham, Sermones, pág. 203; HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. VIP. 411; TR Stevenson, Ibíd., Vol. xxv., pág. 371; Revista del clérigo, vol. ii., pág. 94; TT Lynch, Ministerio de tres meses, pág.

49. Efesios 2:8 ; Efesios 2:9 . Revista del clérigo, vol. ii., pág. 160; A. Murray, Los frutos del espíritu, pág. 165; J. Smith, Thursday Penny Pulpit, vol. xvi., pág. 389. Efesios 2:8 . W. Hay Aitken, Mission Sermons, vol. iii., pág. 109.

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