Efesios 3:14

Una familia en el cielo y la tierra.

De Dios, el Padre universal, se nombra a toda la familia en el cielo y en la tierra. Él es el Padre de todos ellos. Todos sienten el consuelo de su amor. Y podemos estar seguros de que todo lo que sea necesario hacer en esos mundos celestiales para sostener la debilidad, para guiar la inexperiencia, para guiar a los espíritus jóvenes o para consolar a aquellos que están desanimados por los misterios del universo, todo será hecho por el Padre universal, que es el mismo ayer, hoy y siempre.

I. Estos puntos de vista deberían superar en cierto modo el efecto deprimente que naturalmente nos produce la inmensidad y la grandeza del universo material. Las magnitudes, las distancias y los milenios no son nada para Él, y no quiere que nos hundamos bajo su peso.

II. Este pasaje nos hará bien si confirma nuestra fe en la existencia objetiva real del cielo como un lugar, un lugar favorecido elegido, donde Dios y Sus hijos se encuentran y habitan. Nuestros amigos han ido a la antigua casa solariega, que Cristo ha ampliado y embellecido y preparado en todos los sentidos para la recepción de los redimidos de entre los hombres. Han pasado de la mera colonia, alejada de la sede del gobierno y de la ciudad central, al mejor país y dentro de las puertas de la brillante metrópolis.

III. El cielo tiene una gran prioridad y preeminencia sobre la tierra, y bien podemos entregar lo mejor y más querido para aumentar su número y realzar sus glorias y felicidades.

IV. Si miramos así al cielo, nos resultará mucho más fácil soportar algunos de nuestros dolores más pesados ​​y comprender algunos de los misterios más profundos de la vida. Entre los más profundos está la muerte, la muerte prematura, como decimos, de aquellos que están recién preparados para vivir, que están muy dotados, muy necesitados, muy amados. Cuando vivir es Cristo, morir debe ser ganancia.

V. Seguramente debería ser para cada uno de nosotros la gran ambición de nuestra vida y el principal de todos nuestros afanes pertenecer en corazón y alma a esta gran familia de Dios.

A. Raleigh, The Way to the City, pág. 46.

Referencias: Efesios 3:14 ; Efesios 3:15 . Arzobispo Magee, Púlpito de la Iglesia de Inglaterra, vol. xxi., pág. 145; FW Robertson, Sermones, tercera serie, pág. 181; EL Hull, Sermones, primera serie, pág. 121. Efesios 3:14 .

Preacher's Monthly, vol. ix., pág. 313; W. Anderson, Discursos, pág. 19. Efesios 3:14 . AJ Parry, Phases of Truth, pág. 249.

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