Génesis 3:14

Varias dificultades importantes surgen en el texto.

I. La dificultad científica. La serpiente realmente no tiene rastro de degradación; su estructura está tan bellamente adaptada a su lugar en la naturaleza como la del león o el águila. Tampoco se puede decir que coma polvo: su alimento consiste en los pequeños animales que son su presa.

II. La objeción moral. ¿Por qué la serpiente fue castigada por lo que no hizo? ¿Visitará Dios el oficio del diablo sobre su víctima indefensa e inconsciente?

La respuesta es: estas dos objeciones se neutralizan entre sí. Si el moralista nos dice que Dios no pudo haber tenido la intención de castigar a la serpiente por lo que la serpiente no hizo, el hombre de ciencia nos asegura que en realidad no lo castigó. La verdadera severidad de la sentencia recayó sobre el verdadero ofensor, el diablo, mientras que la mera forma de la misma se acomodó a la aparente estructura y hábitos de la serpiente.

III. Si fue el tentador el que pecó, ¿por qué el Todopoderoso no lo sentenció abiertamente como tentador? Porque hay una reserva muy marcada en el Antiguo Testamento sobre el tema del autor personal del mal. La razón de esto es obvia: los hombres no pudieron soportar el conocimiento de su gran enemigo espiritual hasta que su Libertador estuvo cerca. Si percibimos que no era la voluntad de Dios en ese momento revelar al hombre la existencia del maligno, podemos comprender fácilmente por qué le permitió conservar su apariencia de serpiente.

R. Winterbotham, Sermones y exposiciones, pág. 8

Referencias: Génesis 3:14 ; Génesis 3:15 . Expositor, segunda serie, vol. vii., pág. 56; Homiletic Quarterly, vol. iii., pág. 199. Génesis 3:14 . J. Cumming, Iglesia antes del Diluvio, págs. 133, 156.

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