Hebreos 10:31

Los juicios de Dios.

I. Esta es, de todas las revelaciones de la Escritura, la que menos pueden soportar los hombres. De buena gana encontrarían algo de esperanza, algo de mitigación, incluso en la sentencia más dura de la ira de Dios. De buena gana creerían que todo irá bien al final. Lo más natural es que la carne y la sangre así lo deseen; lo más natural es que el fuerte deseo deba trabajar para convertirse en creencia. Pero la declaración de la verdad de Dios está en Sus propias Escrituras clara y completa; ningún hombre puede equivocarse, ningún hombre puede discutir su significado. ¿Puede eso ser inconsistente con la misericordia de Dios que es declarada por Aquel que dio su vida por nosotros?

II. La verdadera fe cristiana en las promesas de Cristo y las amenazas de Cristo es lo que todos requerimos a diario. ¿Dónde está el hombre de nosotros, por más fervientemente que ame las palabras de Cristo, que pueda pretender que las cree con la misma fe indudable que podría tener si conociera y amara mejor a Cristo? Imagínense, si ese fuera el caso, cuán completa sería nuestra confianza en todas las palabras de Dios; ¡Cuán firmemente deberíamos mirar más allá de la tumba y ver la orilla más alejada del río!

Porque lo que nos hace clara u oscura la muerte es exactamente nuestro mayor o menor conocimiento de Dios, un conocimiento de que si estamos con Él seremos seguros y felices, ya sea en la vida o en la muerte. Y es un conocimiento también de Sus terrores, que en verdad es una cosa terrible encontrarnos en Sus manos por primera vez cuando Él viene con el juicio. Aquí no lo conocimos, y por lo tanto lo ofendimos descuidadamente; pero allí debemos conocerlo, y encontraremos que el mal hecho o el bien no hecho a uno de los más pequeños de nuestros hermanos fue un mal o una negligencia para Él.

T. Arnold, Sermons, vol. VIP. 253.

Referencias: Hebreos 10:31 . Spurgeon, Sermons, vol. xii., núm. 682; RL Browne, Sussex Sermons, pág. 241. Hebreos 10:32 . E. White, Christian World Pulpit, vol. xxx., pág. 72; Revista homilética, vol. xiii.

, pag. 200. Hebreos 10:34 . Homilista, tercera serie, vol. i., pág. 222. Hebreos 10:35 . HF Walker, Christian World Pulpit, vol. xiv., pág. 341; JB Brown, Ibíd., Vol. xxiii., pág. 113. Hebreos 10:35 ; Hebreos 10:36 .

HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. v., pág. 378; Revista del clérigo, vol. iii., pág. 210. Hebreos 10:36 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xxi., págs. 27, 68; HP Liddon, Ibíd., Vol. xxv., pág. 136.

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