Hechos 4:33

La resurrección de Cristo histórico

El hecho de la resurrección es un hecho bastante susceptible de prueba. No hay dificultad en imaginar que ocurrió. No hay leyes invencibles en su contra. Todo lo que se puede afirmar es que no está en la línea de nuestras experiencias habituales, pero no es una cosa, en su naturaleza, que cualquiera sería incapaz de creer, si tan sólo estuviera justificada por pruebas adecuadas y suficientes. El hecho debe fundamentarse de la misma manera y de acuerdo con los mismos principios de evidencia que imponen la creencia en otras esferas de la experiencia humana. Veamos, brevemente, cómo está el asunto en estos aspectos.

I. ¿Cuántos testigos hay de este hecho de la resurrección? ¿Uno? ¿Dos? Ese podría haber sido un testimonio demasiado débil para colgarlo de un hecho tan estupendo e incomparable. Pero la verdad es que contamos con testimonios multitudinarios y contundentes. Tenemos el testimonio de los cuatro evangelistas, y de Santiago, Pedro y Pablo, ¿de qué? no sólo a lo que ellos mismos vieron y oyeron, de lo que hablan claramente, sino al hecho de que muchos otros vieron y oyeron con ellos, y no hay negación de ninguno de estos.

II. ¿Qué carácter tienen los testigos? ¿Son hombres honestos? La respuesta a estas preguntas debe ser breve. Que cualquiera lea los Evangelios y vea qué clase de hombres son los escritores. Verdaderos y sencillos y sinceros son ellos, si es que alguna vez hubo tales hombres en el mundo. El escepticismo no arroja ahora contra ellos las viejas y groseras acusaciones de picardía y deshonestidad.

III. A continuación, en cuanto a su solidez mental. ¿Dónde hay algún signo de debilidad o alucinación en estos Evangelios, o en las Epístolas, desde el principio hasta el final? Es imposible concebir una evidencia dada de manera más perfecta.

IV. En cuanto a sus oportunidades para averiguar la verdad. Vieron a su Señor resucitado muchas veces y en muchos lugares. Le oyeron hablar; hablaron con él; lo tocaron.

V. Recuerde cómo fue recibido su testimonio, cuán indudablemente fue aceptado por los hombres de su propia generación. Recuerde los maravillosos efectos que produjo esta creencia; paz, amor y gozo en los corazones individuales, en las nuevas sociedades y en las nuevas naciones del mundo; y ha continuado, de época en época, produciendo los mismos resultados, piensen en esta y en las demás razones aducidas, y digan si no es legítimo declarar que la resurrección de Cristo es el hecho mejor autenticado en la historia del mundo. .

A. Raleigh, Desde el amanecer hasta el día perfecto, pág. 178.

Referencia: Hechos 4:33 . Homiletic Quarterly, vol. v., pág. 166; vol. xix., pág. 126.

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