Jeremias 9:23

Hay al menos tanta similitud entre la naturaleza de Dios y la naturaleza del hombre que tanto Dios como el hombre pueden deleitarse en lo mismo. El espíritu del texto dice: "Deléitate en la misericordia, el juicio y la justicia, porque yo me deleito en ellos; sube a Mi altura moral, coloca tus afectos donde Yo coloco los Míos".

I. "No se gloríe el sabio en su sabiduría: (1) debido a la necesaria pequeñez de las más vastas adquisiciones del hombre; (2) porque el conocimiento más amplio implica un dominio parcial.

II. ¿Entonces el hombre no tiene un objeto del que gloriarse? Es tan natural que el hombre se gloríe como es natural que el hombre respire; y Dios, que ordenó así su naturaleza, ha indicado el verdadero tema de la gloria. La gloria del hombre debe ser restringida hasta que llegue al "Mí", la Personalidad, el Viviente. Que el que se gloría se gloríe en conocer a Dios como un Ser moral, como el Juez justo, como el Padre amoroso.

III. Todo el tema se puede comprender en cuatro puntos. (1) Dios marca toda falsa gloria; (2) Dios ha revelado la base apropiada de gloriarse, esa base es el conocimiento de Dios, no solo como Creador y Monarca, sino como Juez, Salvador y Padre; (3) Dios, habiendo declarado que la excelencia moral es el verdadero objeto de la gloria, ha revelado cómo se puede alcanzar la excelencia moral. La bondad amorosa, la justicia y el juicio son imposibles sin Cristo; (4) Dios ha revelado los objetos en los que se gloría. "Porque en estas cosas me deleito, dice el Señor". Los que se glorían en los objetos que deleitan a Jehová deben estar bebiendo de manantiales puros y perennes.

Parker, City Temple, vol. iii., pág. 481.

Referencias: Jeremias 9:23 . JH Evans, Thursday Penny Pulpit, vol. xv., pág. 357; G. Brooks, Outlines of Sermons, pág. 150; HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. i., pág. 484 y vol. xxiii., pág. 139; E. Johnson, Ibíd., Vol. xvi., pág. 148. Jeremias 10:10 .

J. Budgen, Parochial Sermons, vol. ii., pág. 133. Jeremias 10:11 . J. Hiles Hitchens, Christian World Pulpit, vol. xxvii., pág. 155. Jeremias 11:8 . Spurgeon, Sermons, vol. xiv., núm. 838. Jeremias 12:1 . Revista del clérigo, vol. xx., pág. 277.

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