Juan 1:40

Los primeros discípulos Simón Pedro.

En este incidente tenemos dos cosas principalmente a considerar (1) el testimonio del discípulo; (2) la autorrevelación del Maestro.

I. El testimonio del discípulo. (1) Observe primero la ilustración que obtenemos aquí de cuán instintivo y natural es el impulso, cuando uno ha encontrado a Jesucristo, de contarle a alguien más acerca de Él. Nadie le dijo a Andrew: "Ve y busca a tu hermano". Y, sin embargo, tan pronto como se dio cuenta del hecho de que este hombre que estaba frente a él era el Mesías, aunque parece haber llegado la noche, se apresura a ir a buscar a su hermano y compartir con él la feliz convicción.

(2) Primero encuentra a su propio hermano. El lenguaje del texto sugiere que la tendencia del evangelista a la supresión de sí mismo esconde en esta singular expresión el hecho de que él también fue a buscar un hermano. En casa, los que están más cerca de nosotros presentan los canales naturales para el trabajo cristiano. (3) Note la palabra simple que es el medio más poderoso de influir en la mayoría de los hombres.

Andrew no empezó a discutir con su hermano. El argumento más poderoso que podemos usar, y el argumento que todos podemos usar, si es que tenemos alguna religión en nosotros, es el de Andrés: "Hemos encontrado al Mesías".

II. La autorrevelación del Maestro. Fue la impresión que Cristo mismo causó en Simón lo que completó la obra iniciada por su hermano. La mirada, que se describe con una palabra inusual, era una mirada penetrante que miraba a Peter con atención fija. Debe haber sido extraordinario haber vivido en la memoria de John durante todos estos años. Nuestro Señor se muestra poseedor de un conocimiento profundo y sobrenatural.

(2) Otra revelación de la relación de nuestro Señor con Sus discípulos se da en el hecho de que Él cambió el nombre de Simón. Así, toma posesión absoluta de él y afirma su dominio sobre él. (3) Ese cambio de nombre implica el poder y la promesa de Cristo de otorgar un nuevo carácter y nuevas funciones y honores.

A. Maclaren, El ministerio de un año, segunda serie, pág. 141.

Referencias: Juan 1:40 . J. Foster, Christian World Pulpit, vol. xi., pág. 390; G. Brooks, Outlines of Sermons, pág. 422; J. Keble, Sermones para los días de los santos, pág. 11. Jn 1:40, Juan 1:41 . Homiletic Quarterly, vol. vii., pág. 279.

Juan 1:40 . R. Maguire, Christian World Pulpit, vol. ii., pág. 313; Preacher's Monthly, vol. x., pág. 303.

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