Lucas 17:20

El reino de Dios invisible.

El verdadero carácter del reino de Dios es fantasmal e interior. Tiene su asiento en el corazón de los hombres, en sus hábitos morales, en sus pensamientos, actos y afectos, en la forma y el sesgo de su ser moral; las formas visibles que vemos no son más que la sombra de la realidad. El reino de Dios es la obediencia del espíritu invisible del hombre al Señor invisible de todo. Vemos, entonces, lo que es; y vemos, por tanto, cómo podemos caer en una falta como la de los judíos, al transmutar la verdadera idea de su carácter espiritual en la aleación básica de nociones terrenales.

I. Si buscamos el reino de Cristo entre las teorías populares de los especuladores religiosos y políticos, buscaremos a los vivos entre los muertos. Tenemos gran necesidad de protegernos de este peligro, porque la opinión popular de este día, ya sea en la política o en la religión, conduce a una concepción terrenal de la Iglesia, como una cosa sujeta a los sentidos y al entendimiento del hombre. Un segundo peligro al que ahora tienden los hombres es pensar que el reino de Dios se propagará mediante la excitación visible de la mente de las personas.

Todo el esquema de la religión moderna es movimiento visible. Toda su maquinaria está en la superficie; todo su impulso proviene del exterior. Ha habido, desde el principio del Evangelio, una interioridad, una invisibilidad, en todos los grandes movimientos de la Iglesia de Cristo, que debería avergonzar el celo apresurado y hablador de los hombres en un silencio reverente.

II. Conociendo, entonces, el carácter del reino de Dios, sabremos cómo mantenernos alejados de estos engañosos planes y cómo difundirlo sobre la tierra. Sabremos (1) que la forma de difundirlo es que gobierne en nosotros mismos, que nuestro propio espíritu se ponga en armonía con sus obras secretas. Todavía es por la fuerza de un carácter santo que debemos dejar el sello de Dios en el mundo. (2) Y al conocer el carácter de ese reino, también sabremos cómo hacer nuestro ese carácter; es decir, principalmente por una vida de santidad interior. (3) Y para sostener este carácter dentro de nosotros, en todo momento, debemos recordar que el reino de Dios está en todo momento presente con nosotros.

HE Manning, Sermons, vol. i., pág. 172.

Referencias: Lucas 17:20 . HP Liddon, Christian World Pulpit, vol. xviii., pág. 353; JH Thom, Leyes de la vida, vol. ii., pág. 76. Lucas 17:20 ; Lucas 17:21 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xvi. pag. 173; Ibíd., Vol. xxii., pág. 121.

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