Mateo 10:1

Jesús dando su poder a sus seguidores.

Nota:

I. La obra que debían hacer los seguidores de Cristo. Debían hacer la obra misteriosa que había hecho el Maestro y predicar como habían predicado tanto él como Juan. Fueron enviados para hacer y servir, pero terminaron y sirvieron sobre la marcha. Habiendo sido confiados con la responsabilidad de un gran mensaje, y dotados de un poder que fue la envidia y el asombro de todos, debería haber una elevación de su conciencia en alguna correspondencia con la dignidad de su tema y el misterio de su poder. Fueron llamados como sirvientes, pero fueron enviados como amigos en la comunión del misterio del poder del Maestro. Debería haber sido más para ellos para siempre después de eso.

II. Las pruebas que iban a soportar. Las fuerzas brutas del mundo se despertarían contra ellos mientras predicaban el reino que no viene por observación, y el salvaje en el hombre se despertaría con su clamor de arrepentimiento. La ley, tal como la expuso el escriba y administrada por el magistrado, se haría comparecer contra ellos. La fuerza del prejuicio y la convicción religiosos debía dirigirse contra ellos, y el celo por Dios se volvía en detrimento de los siervos de Dios. ¿Qué estaban contra el poderoso ejército que venía contra ellos? Nada, en verdad, a menos que la mirada se posara en Dios.

III. La conducta que debían seguir. (1) Cualquier cosa que les sucediera, debían recordar a Aquel por quien habían sido enviados. (2) Debían ser sabios como serpientes. El apóstol de cualquier movimiento necesita la combinación nada ordinaria de celo y sabiduría. (3) Debían ser inofensivos como palomas; su sabiduría no debía usarse ni para herir ni para molestar innecesariamente. Su única preocupación era ser inofensivos y sabios, más allá de que no tenían nada y lo tenían todo, porque tenían a Dios.

JO Davies, Sunrise on the Soul, pág. 137.

Referencias: Mateo 10:1 Spurgeon, Sermons, vol. xix., núm. 1127. Mateo 10:1 ; Mateo 10:2 . Ibíd., Vol. xii., No. 702. Mateo 10:1 . AB Bruce, La formación de los doce, pág. 30; Parker, Christian World Pulpit, vol. xviii., pág. 177; Ibíd., Vida interior de Cristo, vol. ii., pág. 125.

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