Mateo 11:10

I. Considere este texto como una referencia a nosotros mismos. Cada hombre, mujer o niño cristiano es un mensajero de Dios, enviado para preparar el camino para la venida de Cristo. Todos somos, en cierto sentido, apóstoles, es decir, enviados para ayudarnos unos a otros más cerca de Dios. Nuestra parte es edificar la Iglesia de Cristo y fortalecer Su reino dando un buen ejemplo a los demás.

II. Recordemos de quién somos y a quién servimos. Si nos sentimos tentados a realizar una acción mezquina, falsa o vergonzosa, si nos sentimos tentados a hacer o decir lo que nuestra conciencia nos dice que está mal, hagamos una pausa y pensemos. Soy un mensajero enviado por Dios para preparar Su camino ante Él; ¿Cómo me atrevo a cometer este pecado contra Dios y contra mi hermano a quien hiero con mi ejemplo? Si queremos escapar del indecible remordimiento de saber que hemos descarriado, por nuestros malos caminos, almas por las que Jesús murió, guardemos con más cuidado nuestra conducta y nuestra conversación. Pidamos día a día a Dios que nos haga más como nuestro modelo perfecto, Jesucristo.

HJ Wilmot-Buxton, La vida del deber, vol. i., pág. 17.

Referencias: Mateo 11:10 . T. Arnold, Sermons, vol. iv., pág. 117; AB Bruce, Expositor, primera serie, vol. VIP. 61; HW Grimley, El templo de la humanidad y otros sermones, pág. 226; RDB Rawnsley, Village Sermons, primera serie, pág. 26. Mateo 11:10 ; Mateo 11:11 . Preacher's Monthly, vol. v., pág. 20.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad