Mateo 25:6

El deber de vigilar.

I. Las diez vírgenes representan al pueblo del Señor, despertado por el Espíritu, separado del mundo, esperando Su venida. Pero entre estos hay una amplia distinción. Algunos eran sabios, prudentes, circunspectos; otros eran tontos, imprudentes, poco generosos. ¿Y en qué se mostró esto? Los imprevistos, aunque se llevaron sus lámparas, no llevaron consigo aceite para alimentar esas lámparas. Los prudentes tomaron aceite en sus vasijas con sus lámparas.

Y sabio, en verdad, es ese cristiano que va y hace lo mismo; para quien todos los medios y oportunidades de la gracia son preciosos; que no dice en sí mismo: "Una vez del Señor, siempre del Señor", sino que ora, se esfuerza y ​​se esfuerza por ser hallado en Él en Su venida.

II. "Mientras el Esposo se demoraba, todos dormían y dormían". Esto se dice, no con culpa expresa o implícita, sino simplemente como una cuestión de hecho. Su espera fue un estado de sueños dormidos, sus realidades, su estado real e intereses olvidados. ¿Y cuál es la vida del pueblo de Dios en este mundo, qué espera la venida de su Señor sino un adormecimiento y un sueño? En verdad lo hemos hecho a través de todas estas largas edades durante las cuales el Esposo se ha demorado, dormido y durmiendo; débil en la fe, vacilante en la esperanza, frío en el amor; tímido y perezoso para con Cristo, y serio sólo para sí mismo y para el mundo.

III. Se hizo el grito, y "todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas". Listo para encontrarse con Él, ninguno lo estaba; las lámparas de todos querían adornar. La vida nunca puede mantenerse a la altura de sus exigencias más solemnes; pero felices los que tienen eso dentro, o tienen acceso a lo de arriba, que, cuando llegue la hora, reparará el aceite desperdiciado. Y así fue con las vírgenes prudentes. Su reserva de aceite alimentaba sus lámparas, y rápidamente brillaron para su trabajo. No es así, sin embargo, con esos otros, que alguna vez fueron igualmente serios con ellos. "Las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan".

IV. "Viene el Esposo:" Una vez para siempre se hará este grito a toda la Iglesia. Pero una vez también se hace a cada pueblo de Cristo. A ellos especialmente les habla esta parábola. El Esposo se está demorando; van pasando los años; estás soñando tus sueños, durmiendo y durmiendo, en comparación con lo que deberían estar haciendo los hombres en serio. Pero esto es cierto para todos nosotros; mi pregunta es otra: "¿Tienen aceite en sus vasijas con sus lámparas?"

H. Alford, Quebec Chapel Sermons, vol. ii., pág. 93.

Referencia: Mateo 25:6 . FO Morris, Christian World Pulpit, vol. xvi., pág. 214.

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