Salmo 19:7

Aquí hay seis nombres diferentes por los que se llama la ley de Jehová, y seis declaraciones diferentes con respecto a ella, correspondientes a estos nombres diferentes.

I. "La ley del Señor es perfecta, que convierte el alma". Su misma perfección lo encaja por ser el instrumento del Espíritu para efectuar ese resultado.

II. "El testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo". Los simples son los crédulos que escuchan cualquier cuento, los descuidados que no aceptan advertencia. La enemistad de la mente carnal del pecador contra Dios lo dispone simplemente a creer la mentira del diablo. El alma debe convertirse. Lo simple debe hacerse sabio.

III. "Los estatutos del Señor son rectos, alegran el corazón". Por los estatutos de Jehová podemos entender los preceptos separados y varios de la ley, ya que se divide en detalles y se aplica en detalle a los diferentes reinos del pensamiento y el afecto, o de las palabras y los hechos, para los cuales está diseñada. regular y gobernar.

IV. "El mandamiento del Señor es puro, que ilumina los ojos". La ley, que es múltiple en sus detalles, es una en esencia, una en principio. Los estatutos, que son muchos, tienen un centro, el mandamiento de Jehová, o, como yo entendería la frase, lo que se llama, y ​​se llama correctamente, el espíritu de la ley, su espíritu gobernante general, a diferencia de su minuto especial. requisitos y aplicaciones. Este espíritu de la ley es claro como el cristal, claro como el mediodía. De ahí que tenga una eficacia maravillosa para iluminar los ojos.

V. "El temor del Señor es limpio, perdurable para siempre". Es un principio de pensamiento y acción constante y consistente, permanente y perenne. Implica un estado de ánimo estable, sereno, siempre el mismo, reverencial, concienzudo, sencillo y sin malicia, fijo en Dios y en Dios. Está limpio, purgado de todos los propósitos siniestros, todos los deseos acariciados y todo el miserable esquema de la formalidad muerta. Y siendo así limpio, permanece para siempre.

VI. "Los juicios del Señor son todos verdaderos y justos". La administración de la ley, en la providencia de Dios para con usted, está en completa armonía con el establecimiento de la ley en usted, como Jehová lo mandó y Jehová temió. Y ahora, en lo que respecta a la aplicación de la misma por parte de Dios, pasa a otra fórmula más, y se convierte en el juicio de Jehová.

RS Candlish, El evangelio del perdón, p. 129.

Referencia: Salmo 19:8 . JH Hitchens, Christian World Pulpit, vol. xvii., pág. 36.

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