SIN DIVISIÓN DE ALEGANCIA

"Y les dijo: Dad, pues, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".

Lucas 20:25

Echemos un vistazo al uso que se ha hecho durante tanto tiempo de la respuesta de nuestro Señor y preguntémonos si es justificable o prudente. Sus palabras han sido citadas perpetuamente, como si "César" significara gobierno civil y "Dios" gobierno eclesiástico, y como si César y Dios tuvieran esferas de jurisdicción separadas, cada una limitando a la otra.

I. Todos los estudiantes inteligentes del Nuevo Testamento saben que nuestro Señor no ha hecho tal distinción como se supone popularmente que hizo. La pregunta sobre la que se le pidió que se pronunciara no tenía nada que ver con los reclamos rivales de la Iglesia y el Estado; sus respectivos derechos ni siquiera fueron contemplados, los astutos cabrones que habían conspirado para enredarlo no sabían nada de la distinción entre los dos. De hecho, era una distinción completamente ajena a la mente judía. ¿Qué rasgo de los escritos proféticos es más marcado que la interpretación de la religión y la política?

II. Nuestro Señor no reconoce aquí división de lealtades . No considera al hombre bajo dos amos, como un deber para con el César y un deber para con Dios. No; Dios es presentado por Él siempre y en todas partes como el único Señor del ser y los poderes del hombre. Nada de lo que tiene el hombre puede ser del César en contradicción con lo que es de Dios. Cristo lo reclama todo para el Amo Soberano. Por lo tanto, bien entendidos, los grandes preceptos del texto están en perfecto acuerdo con la doctrina del señorío único y supremo de Dios sobre cada pensamiento, facultad y posesión del hombre.

"Dad al César lo que es del César". ¿Por qué? ¿Quién lo promulga? La respuesta es "Dios". Es parte de su obediencia religiosa ser un ciudadano leal. Dios ha unido nuestra relación con los 'poderes fácticos' de este mundo con nuestra relación consigo mismo. Él nos ha puesto bajo gobernantes y en sociedades como una especie de provincia interior de Su poderoso reino, pero nuestra lealtad como súbditos y nuestro deber como ciudadanos no son más que una parte del único deber supremo que le debemos.

-Rvdo. Canon Duckworth.

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