Verá toda carne que yo, el Señor, lo encendí.

Una visión de juicio divino

I. El juicio divino es un hecho terrible. Dios tiene sus ideas sobre la conducta; se preocupa por Su universo moral. Sus ideas, cuando se expresan en lo que solemnemente llamamos juicios, se expresan apropiadamente. El diluvio, el fuego en las ciudades de la llanura, la destrucción de Jerusalén, la muerte del Salvador, los espantosos misterios del infierno, todos pronuncian los juicios de Dios sobre el mal.

II. Juicio divino obra de la agencia humana. Jueces, parlamentos y reyes; el ceño fruncido de la amistad, el silbido de la conciencia ultrajada en el hogar, o en la Iglesia, o en el Estado; la persecución del detective de policía y las garras del carcelero; las revoluciones de las naciones y las catástrofes del comercio pueden ser todos, aunque ciegamente, agentes humanos de la retribución divina.

III. Juicios divinos marcados por la naturalidad. Deje que un hombre recuerde su vida, divídala en las siete edades que describe Shakespeare, y encontrará el resultado de los pecados de cada época en la retribución que tiene que sufrir. El pecador encuentra, como se ha dicho de manera sorprendente, que así como al abusar del cuerpo le trae una maldición, al abusar del alma.

IV. El juicio divino tiene una influencia muy amplia. De acuerdo con los hechos históricos, la teoría filosófica y la rectitud moral, el hombre debe traer bendición o maldad a su prójimo. Este hecho, en primer lugar, ilustra el alcance de la influencia humana; segundo, sugiere la responsabilidad de un hombre a otro por su conducta moral.

V. Juicio divino benévolo en sus propósitos.

1. Las revoluciones de la vida están bajo el control Divino.

2. El resultado de estas revoluciones será la victoria de la justicia.

Todos los procesos de arrepentimiento y duda, de lucha espiritual y mental, están diseñados por Dios para llevar no a la anarquía y la rebelión perpetuas, sino al descanso y la paz de la sumisión a Cristo. ( Urijah R. Thomas. )

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