¿Quién de ustedes escuchará esto?

Calamidades nacionales

I. AQUÍ SE SEÑALA LA VERDADERA CAUSA DE LAS CALAMIDADES NACIONALES: EL PECADO. Las angustias públicas de los hombres de Judá e Israel no procedían del destino o la fortuna, sino del Señor Supremo del universo, quien, como justo castigo de su atroz maldad, los entregó en manos de quienes los echaron a perder y los privaron. de sus posesiones. Sus enemigos más poderosos no podrían haberlos tratado de la manera aquí descrita si el que gobierna en los reinos de los hombres no los hubiera dado como presa a causa de sus transgresiones agravadas y multiplicadas.

Aunque los diversos acontecimientos, prósperos y adversos, que suceden a naciones e individuos son provocados por la intervención de medios e instrumentos, la mano del Todopoderoso nunca debe pasarse por alto, sino reconocerse con humildad. "¿Hay algún mal en la ciudad y el Señor no lo ha hecho?" Las aflicciones son necesarias para el gobierno del mundo en su estado actual; ellos controlan el progreso de la maldad y muestran las terribles consecuencias de incurrir en la ira del Todopoderoso.

II. AQUÍ SE DESCRIBE LA JUSTA CONSECUENCIA DE LA TRANSGRESIÓN. “Por tanto, porque no quisieron andar en todos sus caminos”, etc. El estado deplorable de la nación judía en el momento en que se pronunció esta profecía, y en períodos sucesivos, se describe aquí gráficamente. ¡Un ejemplo terrible de los juicios divinos!

III. AQUÍ SE SUGIERE EL ÚNICO MÉTODO PARA ESCAPAR DEL JUICIO DIVINO. El profeta dirige su discurso a los hipócritas y desobedientes, que eran reacios a admitir luz en sus mentes, a admitir la convicción de su pecado y peligro. No se vieron afectados por las calamidades que sentían ni temieron las que los amenazaban, aunque la tormenta se estaba acumulando a su alrededor. De esas personas, la nación judía estaba compuesta principalmente en el momento de la profecía; y el profeta pregunta: "¿Quién de ustedes escuchará esto y escuchará el tiempo venidero?" ( T. Lewis. )

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