Mis juicios haréis

Seguridad en la observancia de las leyes de Dios

Este prefacio de algunos se toma generalmente para referirse a todas las leyes de Dios; la observación de lo cual es siempre la seguridad segura de un estado público o privado, porque no es la munición de muros, leguas y alianzas con príncipes extranjeros, la amplitud de los confines, la abundancia de tesoros o cosas por el estilo, lo que preserva una mancomunidad, sino Observación cuidadosa y diligente de las leyes públicas ordenadas por Dios para el bien del hombre.

Se dice que Lacedemon floreció mientras se observaban las leyes de Licurgo: mucho más cualquier comunidad cuando Dios se guarda. ¿Para qué comparación entre las leyes del hombre y las de Dios? Demóstenes dice: Era costumbre de los loerens, que si alguien quería publicar e idear una nueva ley, debía poner su cuello en un cabestro y estar listo para ser ejecutado, si la ley no era buena, por lo que hicieron a los hombres. más cuidadoso en observar leyes viejas y antiguas, probadas y conocidas, que con la cabeza ocupada en hacer nuevas.

Ahora bien, ¿qué leyes tan antiguas y tan bien aprobadas como las leyes de Dios? Por tanto, siempre deben ser considerados y escuchados. Otros toman este prefacio particularmente de estas leyes concernientes al matrimonio que ahora sigue, que si se guardan cuidadosamente, un reino florecerá por mucho tiempo, y si no, pronto llegará a una terrible caída. Porque tan odiosa y aborrecida de Dios es la mezcla ilegal de hombre y mujer, que el Señor no puede retener por mucho tiempo grandes juicios.

Y por tanto recuerden, como los leyeron siempre, que estas leyes no conciernen sólo a los judíos, como lo hacían las leyes ceremoniales de las que ahora se habla y las judiciales, sino que estas leyes pertenecen a todos los hombres y mujeres y a todos los tiempos sucesivos, siendo eternas, inmutables. injertado por Dios en la naturaleza del hombre y dado por Él por causa de la santidad. Note bien todas las palabras de que Dios no los quiere como los egipcios o los cananeos, y desearía conmigo que hubiera una ley similar en contra de que seamos como naciones extranjeras cerca de nosotros, con las gorgueras mojadas en el licor del diablo llamado almidón, cabezas turcas, Espaldas españolas, cinturas italianas, etc., dando ocasión diaria a los burladores que dicen que las redes francesas atrapan a los tontos ingleses. ( Bp. Babington. )

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