El impío conspira contra el justo, y contra él rechina los dientes.

Los complots de los malos contra los buenos

Que los malvados conspiran contra los justos es un asunto de la historia y de la experiencia cotidiana. Envidian el carácter moral del bien, con el respeto que gana y la influencia que ejerce. También son reprendidos por la tranquila dignidad del carácter cristiano, y por eso, a través del odio puro, buscan perseguirlo y quitarlo de su vista.

I. Las conspiraciones de los malos contra los buenos son airadas. “Y cruje sobre él”, etc. Los malvados muestran con sus gestos la rabia contra la que se complacen y el daño que infligirían al bien si estuviera en su poder.

II. Las conspiraciones de los malos contra los buenos son crueles. "Los impíos han desenvainado la espada". Han sacado el arma de la funda y esperan el momento de usarla.

III. Los complots de los malos contra los buenos están determinados. "Y han doblado su arco". Tienen el objetivo firme de herir una parte vital. Y así los malvados, en sus conspiraciones contra los justos, hacen uso de todos los instrumentos que pueden dominar, ejercen todos los talentos que poseen y son fuertes en su determinación de lograr el fin que contemplan.

IV. Las conspiraciones de los malos contra los buenos son cobardes. Atacan a los débiles que son demasiado mansos de espíritu para sospechar de su daño o para defenderse de él; atacan a los pobres que no tienen con qué protegerse de los asaltos de sus imperiosos enemigos. Los hombres malvados son generalmente cobardes. No tienen el valor de su rabia ni el valor de su determinación.

V. Los complots de los malvados contra los buenos son autodestructivos. La misma arma destinada a la destrucción de los buenos, bajo los misteriosos pero retributivos arreglos de la Divina providencia, se empleará en la derrota de los malvados. Los malvados a menudo son colgados en horcas construidas por ellos mismos. Lecciones: -

1. Es insensato que los malvados conspiren contra los buenos.

2. Tales conspiraciones son inteligibles para el bien, y se explican por la enemistad del mundo hacia Cristo.

3. Tales conspiraciones no son de temer, pero la confianza en Dios debe superarlas. ( Joseph S. Exell, MA )

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