Y Jeroboam dijo a su mujer: Te ruego que levántese y disfrazarse, para que no se sepa que eres mujer de Jeroboam; y ve a Silo. He aquí Ahías el profeta, que me dijo que yo sería rey de este pueblo.

Ver. 2. Y Jeroboam le dijo a su esposa. ] A ella, más que a otro mensajero, en aras del secreto; porque aunque sabía que la enfermedad de su hijo era enviada por Dios, sin embargo, odiaba buscar abiertamente su ayuda, para que la gente no pensara lo peor de sus ídolos, por no poder aliviarlo; o con su ejemplo, correr hacia los verdaderos profetas de Dios en su angustia. No es muy material si la esposa de Jeroboam era hermana de la reina de Egipto, y la llamaban por el nombre de Ano, como dice la Septuaginta, o de Anna, como algunos otros.

He aquí el profeta Abías. ] O vivía allí, o allí se había retirado, irritado por las idolatrías del rey.

Lo que me dijo que debería ser rey. ] Allí dijo la verdad; y por tanto también lo hará en este caso.

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